14 / miércoles - marzo de 2018

Semana 11. 73/292
Matilde.


El nombre de la moneda única europea se adoptó en Madrid, durante una cumbre del Consejo Europeo, en 1995. Se manejaban varias candidatas: escudo, florín, ducat, corona o césar. Francia, por su parte, apostaba por mantener ecu, iniciales de European Currency Unit, unidad monetaria que funcionaba desde 1979 y se utilizaba para ciertas operaciones comerciales. Del ecu se acuñaron únicamente ediciones conmemorativas, solo para coleccionistas, y en la Expo 92 de Sevilla fueron repartidos billetes de diez, que a día de hoy puede encontrarse facilmente. Sin embargo, esta denominación no gustaba a la delegación alemana. Parece que el canciller Helmut Kohl dijo que le sonaba como eine kuh "una vaca", en su idioma y recomendaron euromark, fusión del prefijo euro y su propia moneda, el marco. Los británicos lanzaron u contrapropuesta "eurolibra", pero finalmente se aceptó la sugerencia de Germain Pirlot, un profesor belga experto es esperanto: llamarla, sencillamente, euro. Una de las razones de su éxito es que se escribe igual en todos los idiomas -excepto en griego- con pronunciaciones ligeramente distintas. Así, se dice evro en esloveno; ewro, en maltés; eiro, en letón; o euras, en lituano. De lo que nadie pareció darse cuenta es que Euro o Euros, es el nombre clásico del dios de los vientos del este.

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