27 / jueves - marzo de 2008

Semana 13. 87/279
Ruperto.

El té hizo su aparición en Europa en el año 1610, cuando la Compañía de la Indias Orientales Holandesas comenzó a importarlo de sus plantaciones de la isla de Hirado, cerca de la costa japonesa. Ya en el siglo XVIII el té se había convertido en la principal bebida de los ingleses, a medias con el Oporto, otra bebida colonial, pues Portugal era entonces poco menos que un apéndice del imperio británico. De Inglaterra el té se extendió a toda Europa, pero más como bebida elegante.

El té reforzó la revolución industrial al suplementar, artificialmente, el régimen alimenticio de la mano de obra inglesa, que entonces era deficiente en carne. Esto, a su vez, produjo a la larga en el proletariado inglés desequilibrios en su alimentación que se pagaron caros cuando, llegada la I Guerra Mundial, el soldado inglés resultó ser físicamente inferior al alemán.

La importación de té chino a Inglaterra fue tan considerable que los ingleses decidieron exportar opio a China para equilibrar las cuentas comerciales: el Gobierno chino reaccionó en 1839 destruyendo el opio almacenado por los ingleses en Cantón, lo cual provocó dos guerras que permitieron a los ingleses imponer a sucesivos gobiernos chinos la importación de una droga cuyo consumo estaba socavando la fibra de su país.

Los primeros chispazos de la guerra de la Independencia norteamericana saltaron cuando los americanos se negaron a pagar el impuesto que cobraban los ingleses por la importación de té.