10 / miércoles - octubre de 2012

Semana 41. 283/83
Tomás de Villanueva.


El significado de llamar luna de miel al viaje de bodas, que ya aparece en la lengua castellana del siglo XVI, tiene distintas interpretaciones. De acuerdo con la más extendida, la referencia a la luna en realidad alude al primer mes tras la celebración nupcial. La miel expresaría la costumbre de que en dicho periodo los novios tomaran hidromiel, la bebida alcohólica obtenida por fermentación de agua y miel, a la que se le suponía la capacidad de incrementar la fertilidad y la posibilidad de que el hijo fuera varón. Según diversas y difusas leyendas, se trataría de una costumbre originaria de las tribus teutonas, que eran muy dadas a los licores a base de miel, si bien este producto ya estaba presente en las bodas desde milenios. En Babilonia, ya en el siglo XVIII a.C., el padre de la novia tenía que aportar al banquete nupcial tanta cerveza de miel como pudiera. Asimismo, en la Roma clásica, la madre de la prometida llevaba a diario, a lo largo del primer mes tras la boda, una vasija repleta de miel a la alcoba de los recién casados.
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