27 / jueves - noviembre de 2008

Semana 48. 332/34
Ramón Llull.
Fiesta en los EE.UU.

El diccionario estima que “ser de rigor” es tanto como ser indispensable por requerirlo la costumbre. Antaño se entendía que eran de rigor las cosas llevadas a cabo con escrupulosa severidad. En tiempos cervantinos se definía el término como “aspereza o dureza en el genio”.

En consecuencia, hay cosas de las que no se puede predicar que sean de rigor, como un abrazo cordial, ya que decimos que es de rigor aquello a lo que uno está obligado sin estar personalmente concernido en el asunto: si abrazamos a alguien “de rigor”, lo hacemos con cierta dosis de hipocresía.

Son de rigor las cosas que hacemos llevados por la inercia del protocolo o la obligación, no las que se hacen al amparo de los sentimientos.

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